Una experiencia de co-creación en la ruralidad bogotana
Nicolás Gaitán-Albarracín
12 de diciembre de 2022
Una cooperación de seis meses orientada a que una asociación de mujeres, en cooperación con un grupo de estudiantes pudieran obtener lechugas limpias para comercializar, mediante un mecanismo que les involucrará menos esfuerzo, cuidara sus menos y pudiera replicarse en contextos similares ¡Ese era el reto que nos proponíamos abordar a principio de año! Esta crónica reconstruye la colaboración materializada en este proceso y reflexiona sobre algunos elementos a mejorar para futuras colaboraciones.
Todo empezó por la articulación de tres actores: El Colectivo Sembradoras de Vida, un emprendimiento liderado por una mujer, Stella Celis, quien empezó con procesos de huertas y ecoturismo como un mecanismo de resistencia territorial para la continua expansión urbana de la ciudad que estaba desplazando sus modos de vida. Este proyecto fue madurando y creciendo para convertirse en una asociación de producción de orgánica, cuyo fuerte es la producción de lechuga tudela, la cual vende la mayor parte de su producción a una gran cadena de hamburguesas, lo que le implica una producción semanal fija con unos exigentes estándares, y lo que ha creado múltiples retos para el crecimiento de la organización.
Por otro lado, estamos nosotros, DIVERSA, una fundación que ha buscado sostener relaciones a largo plazo con organizaciones rurales con las que establecemos co-elaboraciones puntuales con diferentes actores y en las que nosotros fungimos como mediadores metodológicos desde el co-diseño de tecnologías apropiadas a sus particularidades. Para este caso, con Stella, formulamos un reto puntual: ¿Cómo optimizar el lavado de lechuga Cogollo de Tudela?
A partir de este reto, junto con Stella, propusimos un punto de partida para facilitar el ejercicio de co-creación, en este especificamos los siguientes campos: estado actual, intención y posibles caminos, con lo buscamos generar un marco de trabajo, pero al mismo tiempo dejar un amplio nivel de apertura a la forma de abordar el reto por parte de el tercer actor participante, un grupo de estudiantes del curso A Co-Design Experience: Technologies for Rural Sustainability in Colombia | 2022 Edition del MIT. Este fue nuestro escenario de partida, que nos trajo múltiples sorpresas y aprendizajes.
El llamado
Este fue el primer momento de un nuevo ciclo, la convocatoria a las organizaciones con las que venimos trabajando, aquí lo primero que hicimos fue poner las cartas sobre la mesa y lanzar el llamado. Expusimos los campos de interés de esta colaboración, como el interés de compartir los resultados con otros, la posibilidad de replicarlos a otros espacios, la disponibilidad de tiempos para los ejercicios de co creación, la conectividad a internet y otras variables que hemos identificado como claves para que este trabajo sea fructífero, y además, sean posibles futuras replicaciones y transferencias por parte de ellos hacia otros actores. Esto permitió la enunciación de posibles retos de interés.
La selección
Una vez recibimos respuesta a nuestro llamado, nos pusimos en la tarea de seleccionar a las organizaciones. Nosotros como fundación en la medida de las posibilidades de colaboración que evidenciamos, evaluamos y seleccionamos las organizaciones con las que vemos más posibles lograr colaboraciones fluidas y fructíferas, de manera similar hacemos una selección de los estudiantes con los que se colaborará, en la medida que el programa académico lo permita. Esto lo hicimos para el caso de la organización según una serie de parámetros como los temas de interés, el nivel de relevancia y potencial de compartir el prototipo, el bajo costo o uso recursos locales y la posibilidad de uso de conocimientos locales. En este caso seleccionamos cinco organizaciones para trabajar con el curso del MIT a lo largo de la sabana de Bogotá.
Entre las diferentes locaciones de la sabana, nosotros estuvimos en Usme rural, una región frontera con la urbe a una hora de camino en carro desde el centro de Bogotá, que habita entre las dinámicas aceleradas de una ciudad, mientras convive con prácticas campesinas como la siembra y la crianza de ganado. El mantenimiento de este tipo de prácticas le permite al territorio detener, en el día a día, la continua expansión urbana de la metrópolis. En este lugar fue que trabajamos con dos organizaciones: una fue la Corporación Red Mujer, una colectiva dedicada al cuidado del territorio y quienes formularon un reto relacionado con la erradicación de una planta invasora para la región; la otra, Colectivo Sembradoras de Vida una de las protagonistas de esta historia.
Una vez seleccionamos a estas organizaciones refrendamos los acuerdos de participación y se aclaramos quien sería la representante, la cual fungía como el principal canal de comunicación para esta colaboración, luego firmamos un acuerdo. Paralelamente, los estudiantes interesados debían aplicar a este curso del MIT, por lo que indagamos, además de su perfil, su experiencia previa de trabajo con comunidades rurales, su experticia en la elaboración de tecnologías apropiadas y sus expectativas.
Así, se puede retratar lo que pasó en este momento. Mientras Natalia, una mediadora de DIVERSA, le pregunta a Stella: «¿Cuál es el impacto de este reto?». Ella, acompañada del sonido del fluir del agua de la llave del lavadero, mira seriamente y responde mostrando la palma de su mano en medio de su:
«El impacto qué nos dejaría abordar este reto, y pues cambiar las condiciones es mejorar la salud del colectivo, y de muchas personas que en este momento están deteriorando sus manos por el lavado de hortalizas.»
Luego hace su autodescripción:
“Tengo un colectivo para la producción orgánica y limpia de hortalizas, en este momento estamos vendiendo cogollo de -lechuga- tudela a una hamburguesería, y lo que queremos con este reto es optimizar el lavado de lechuga con el propósito de mejorar la salud de los integrantes del colectivo… El problema que tenemos es que el lavado de lechuga es muy dispendioso, tardamos de 6 de la mañana a 6 de la tarde y el agua es muy fría, y pasamos todo el día en contacto con el agua… En este momento el sistema que tenemos es muy rudimentario y casero”
Luego ella enuncia el pasos de su actual proceso:
“- Cosechamos la lechuga y la traemos en una carretilla
– La pasamos a una tina y las depositamos en agua para que repose y que los bichos salgan.
– Luego le quitamos la raíz y raspamos el tallo.
– Pasa a otra tina donde otra persona afloja, hoja por hoja, y saca parte de la mugre, mientras revisa que no haya bichos y quitamos las hojas desechables.
– Pasa a otra tina donde una persona con una manguera a presión se termina de limpiar.
– Una última persona revisa las condiciones cuanta que tenga al menos 8 hojas útiles y se empaca…”
Este tipo de testimonios son los puntos de partida para la colaboración que va a iniciarse.
El curso acompañante
El otro marco involucrado que no podemos dejar pasar es el curso que nos acompaño en esta ocasión: A Co-Design Experience: Technologies for Rural Sustainability in Colombia | 2022 Edition. El curso que hace parte del MIT Media-lab se describe así:
“En esta experiencia de aprendizaje, estudiantes del MIT y de otras universidades de la región latinoamericana trabajarán en (1) co-diseñar tecnología para oportunidades en la Colombia rural, (2) implementar conceptos tecnológicos de colectivos locales, y (3) escalar tecnologías rurales ya diseñadas y/o prototipadas. Los estudiantes serán introducidos a los principios del diseño participativo con énfasis en el contexto colombiano. La experiencia requerirá que los estudiantes pasen de la investigación de diseño a la implementación de prototipos funcionales a través de una serie de métodos participativos. Invitamos a estudiantes de todas las escuelas del MIT que tengan experiencia en diseño tecnológico, prototipado y/u otros antecedentes técnicos a aplicar.”
Para esta versión particular la convocatoria desembocó en un interés mayoritario de estudiantes de ingeniería y arquitectura. Todo cristalizó en la creación de cinco equipos de trabajo conformados por cinco personas, que en esta versión fueron cinco mujeres: Madison Reddie (Máster en Ingeniería Mecánica), Eunah Kim (Gestión de diseño integrado), Bella Carmelita (Máster de arquitectura), Liane Peng (Gestión de diseño integrado) y Paula Rivarola (MBA). El curso estuvo acompañado por un seminario que se describe la siguiente manera:
“…celebraremos un seminario orientado a sentar las bases éticas, metodológicas y teóricas en diseño y justicia social que servirán de base para el resto del curso. Nos reuniremos durante ~ 2-3 horas cada dos días durante la semana para conferencias, actividades prácticas y sesiones de construcción de relaciones con los socios en Colombia. El contenido de este seminario continuará siendo revisado a un ritmo mucho más lento durante el semestre de primavera”.
Este fue nuestro segundo marco de trabajo.
Para esta versión particular la convocatoria desembocó en un interés mayoritario de estudiantes de ingeniería y arquitectura. Todo cristalizó en la creación de cinco equipos de trabajo conformados por cinco personas, que en esta versión fueron cinco mujeres: Madison Reddie (Máster en Ingeniería Mecánica), Eunah Kim (Gestión de diseño integrado), Bella Carmelita (Máster de arquitectura), Liane Peng (Gestión de diseño integrado) y Paula Rivarola (MBA). El curso estuvo acompañado por un seminario que se describe la siguiente manera:
Mediando reuniones virtuales
Una vez todas las partes estuvieron preparadas, ¡la colaboración se puso en marcha! Empezamos por tener reuniones previas a las visitas de campo. Yo fungí como traductor entre inglés y español, y a la vez, como mediador del proceso de co-diseño, mi rol consistió en acercar estos mundos, buscando que mientras avanzaban, según el ciclo de diseño, ambas partes quedarán satisfechas con las decisiones que se iban tomando y los actividades que cada parte desarrollaba, digamos que, buscando que cada parte involucrada fuera corresponsable del proceso en marcha. Para esto primero busque generar confianza entre las estudiantes y Stella, que se conocieran un poco al inicio. Luego entramos en materia, en los encuentros busque que se abordar una fase específica del ciclo de diseño[1] para poder ir avanzando en la especificación de la posible solución antes de la primera visita de campo.
Esta vez contamos con la fortuna de que este curso en particular estaba direccionado a permitir avances progresivos según los diferentes momentos del ciclo de diseño. Aunque esta alineación metodológica nos favoreció, también tuvimos contratiempos. Hubo momentos de colaboración en las que ambas partes se vieron fuertemente comprometidas en tareas puntuales, sin embargo, varias veces caímos en la dinámica de los estudiantes presentando avances sobre su entendimiento del problema y las ideas que habían investigado para afrontarlo. Esto posicionaba a Stella y a su colectivo más como una usuaria a la que se le consultaba sobre las decisiones de diseño que como una co-creadora. Para contrarrestar esto, el establecimiento de acuerdos entre reunión y reunión que generaron tareas a ambas partes y fueron esenciales.
[1] Resumiendo el ciclo de diseño en una serie de momentos para que se pueden hacer una idea tenemos: recolectar información, generar ideas, experimentar, elegir la más apropiadas, trabajar en los detalles, construir, probar y retroalimentar. Para conocer más se puede ir al Handbook de diseño…
En el caso de Sembradoras de Vida, se especuló sobre múltiples caminos para abordar este reto: “que un robot para lavar lechugas, que una barredora de lechugas”. Pero rápidamente, la experiencia de las participantes y los referentes de problemáticas similares fueron vislumbrando el camino final: una máquina de lavado con agua a mayor temperatura mediante un sistema de burbujeo ¡una especie de jacuzzi para lechugas! Ahora la pregunta era ¿cómo podríamos desarrollar este prototipo para que se ajustará a las condiciones y presupuestos de la organización?
Primera visita a Colombia
Después de dos meses de encuentros virtuales, y con un camino vislumbrado, se vino un momento fundamental ¡el primer encuentro presencial! En esta primera visita parte del grupo de estudiantes viajó para tener el primer acercamiento material a la organización, la problemática y el territorio. Este fue un punto de quiebre que permitió realmente entender las dimensiones, limitaciones y posibilidades de acción. Los objetivos finales de la visita fueron, materializar los primeros prototipos en campo para abordar el problema y recolectar más información para orientar el diseño. Además, de permitir algo fundamental, una experiencia cultural diferente para ambas partes.
En este proceso, tener tan prontamente un acuerdo sobre la viabilidad del prototipo entre todas las involucradas permitió que el trabajo de codiseño fuera mucho más acotado. Así, decidieron que esta co-creación solo abarcaría la optimización del sistema de lavado por burbujeo, sin el sistema de calentamiento. Esto por los costos que involucraba y los tiempos de la colaboración que solo permitían enfocarse en una problemática a la vez.
En este intercambio salió a flote la dificultad de un involucramiento mucho más profundo entre la organización rural y las estudiantes por los tiempos de trabajo. Mientras las últimas estaban en su periodo vacacional y pudieron estar una semana de trabajo inmerso en el territorio, Stella aunque participó activamente en varias las actividades, no podía permitirse dejar la totalidad de sus rutinas cotidianas para involucrarse en el procesos de elaboración de los prototipos. Esto llevó a que, para este caso puntual Stella, en ocasiones fuera más como una futura usuaria que retroalimentaba el diseño, que una participante activa en la elaboración del prototipo.
A la vez, la mayor ganancia de este primer encuentro, además del entendimiento presencial de la problemática a la que se estaban enfrentando y la conexión emocional, fue la experiencia de trabajo relacionada en particular con la labor agrícola asociada a este reto: el sembrado, cuidado y cosecha de una lechuga. Una de las chicas decía: “sabiendo todo el trabajo que tiene el cultivo de una lechuga ¡no volveré a desperdiciar una en mi vida!”. Además, en los momentos de colaboración en el desarrollo del prototipo de nuevo se corroboró como el lenguaje manual es el centro de este tipo de experiencias, ya que, se vuelve fundamental para generar relaciones más horizontales entre personas con marcadas diferencias culturales, idiomáticas y formativas.
De vuelta a Estados Unidos
Una vez las estudiantes regresaron de nuevo a su país con información mucho más detallada sobre la posibilidad del diseño, el trabajo del curso se centró en detallar el prototipo escogido para que fuera funcional, las comunicaciones con la organización ahora se limitaron a retroalimentaciones sobre este diseño mediante reuniones virtuales. Sin embargo, por experiencias pasadas, en esta ocasión otro mediador emergió para facilitar y catalizar la maduración de los prototipos, Alex, de DIVERSA, viajó durante dos semanas a Cambridge, Massachusetts y estuvo en los talleres del MIT acompañando las iteraciones de los diferentes prototipos para que maduraran los suficiente para ser usables.
Mientras tanto, en la experiencia que tuvimos con los otros proyectos que se desarrollaban de manera paralela, vimos la importancia de generar mecanismos de involucramiento activo en estos meses para no recaer en roles exclusivamente de consulta. En esta fase, muchas veces Stella participaba más como una usuaria final del diseño, a la que se le consultaba periódicamente sobre las modificaciones del mismo, que como una cocreadora. En este sentido, la generación de experimentos en campo para evaluar otras posibilidades técnicas, los cuales ella pueda seguir activamente y comunique al resto del equipo sobre su avance se evidencian como una estrategia relevante para seguir tejiendo un lazo que la involucre más. Sin embargo, este no fue el caso por la claridad técnica que se tenía sobre el camino a escoger, la facilidad de replicación de cualquier tipo de prueba directamente en EE. UU.
La puesta en marcha
En esta segunda visita, la otra mitad del equipo vino a materializar el diseño final para poder replicarlo y probarlo en campo. En este caso, el diseño final consistió en una tina con un sistema de flautas en PVC que repartía el burbujeo de manera homogénea, esto se acoplaba a un soplador de 1/2 HP. Al final se hizo una socialización con la organización para probar el prototipo y hacer la entrega del mismo, con la respectiva documentación asociada a su uso y construcción.
En esta semana emergió una bella coincidencia, que da ideas sobre los lugares de trabajo futuro. El trabajo del prototipo en su mayoría se desarrolló en la casa de Stella, que es donde se procesa la lechuga, que en ese momento estaba en obra por la remodelación de la cocina, esto generó que en el mismo espacio a la par estuvieran trabajando maestros de obra y estudiantes, cada uno en sus respectivos proyectos. En un momento cuando se construyó el sistema de flautas para burbujeo, por las diferencias entre los tanques de EE. UU. y Colombia, la tubería con aire tendía a flotar hacía arriba, por lo que se necesitaba de una estructura económica, sencilla y modular que hiciera las veces de contrapeso. Aquí fue cuando tener actores tan diversos, y a la vez, con experticia en trabajos manuales, en un mismo espacio fuese fructífera. Este contrapeso terminó siendo una especie de molde en cemento que colgaba del sistema de flautas y que emergió a partir de las ideas de uno de los maestros de obra. Permitir este tipo de interacciones a futuro diseñadas de manera intencionada puede ser potente, trabajando en talleres de universidades, bibliotecas públicas u otros espacios que promuevan la interacción de actores diversos en un mismos espacio de trabajo.
Finalmente en esta etapa se logró desarrollar un prototipo funcional, que, aunque limpiaba la lechuga no la dejaba totalmente limpia, lo que hizo que cumpliera parcialmente con las expectativas de Stella. En términos técnicos se experimento con otras modificaciones como el diámetro de la tubería de las flautas, el número de agujeros en la tubería y el diámetro de estos, pero se llegó a un punto en que esas modificaciones no se tradujeron en un aumento significativo en la presión del sistema. Llegamos a la conclusión que esto solo podía solucionarse con la compra de un soplador de 1 HP, lo cual se salía del presupuesto destinado para el proyecto y además se alejaba cada vez más de que el prototipo fuese replicable en términos financieros por otras organizaciones con contextos similares.
Acompañamiento y nuevos caminos
Después de la salida de los estudiantes hicimos un acompañamiento durante cuatro meses a la organización para evaluar posibilidades de mejora que veían necesarias en el prototipo para que este empezara a ser parte del día a día de la organización, y que, además, a futuro pudiera ser replicado en organizaciones con situaciones similares. Al momento de finalización de este escrito, podemos decir que el sistema se ha usado de manera esporádica, más no se ha incorporado en la línea de producción. Los retos respecto a la apropiación de la tecnología son nuestro siguiente foco de interés ¿Qué es necesario para que el uso de una tecnología generada en procesos de co-diseño sea realmente efectiva?, ¿Cuáles son los elementos centrales para que la apropiación de estas co-creaciones sea exitosa?, ¿Cómo se pueden empezar a replicar esta tecnologías en el campo por parte de las organizaciones rurales? Estas y otras preguntas sobre las fases posteriores surgieron en el camino para poder ser exploradas con prontitud.
Irónicamente, después de todo este proceso de codiseño, emergió una nueva posibilidad que no se contempló nunca en este ciclo de diseño y que esta directamente relacionado con la forma de enmarcar el problema. Después de la entrega del prototipo, Stella estuvo visitando una asociación productora de lechugas, les comento de esta colaboración, e indagó sobre ¿cómo ellos limpiaban la lechuga?. Uno de los productores les dijo que en sus cultivos no era necesario limpiarlo porque las lechugas se sembraban con el mismo modelo que la fresa, se hacían camas de plástico que crean una barrera entre el suelo y la lechuga lo que impide que esta se ensucie.
¡No tienes que hacer limpieza, si no permites que la lechuga se ensucie!
Por esta razón, decidimos, en conjunto con Stella, empezar un experimento en uno esos cultivos en el que se hizo una inversión compartida de la compra de materiales. Esta semana se sacará la primera cosecha y se evaluará si este método evita el proceso de lavado, que a principio de año parecía la única alternativa para poder tener un producto con las especificaciones necesarias. Mañana se hará esta primera cosecha y podremos tener las primeras impresiones de este nuevo camino…
Epílogo
Después de este relato a modo de fundamentos futuros hay algunos elementos que creo pueden ser relevantes para futuras co-elaboraciones que fomenten la autonomía de las partes.
- El papel del mediador además de ser guía de la metodología de co-diseño, debe consolidarse como un amortiguador entre agendas de las diferentes partes para poder mantener colaboraciones que duren en el tiempo, y que conecten espacios muy diferentes.
- El laboratorio como espacio de trabajo, y la experimentación como práctica, deben ser parte intrínseca de estas co-elaboraciones para movilizar constantemente las agendas, las metodologías, los roles, las múltiples asimetrías de las cuales somos partícipes para poder pensar caminos que se salgan de los formatos pre-establecidos y normalizados.
- La autocrítica como valor que nos permite observar continuamente nuestras formas de trabajo, hábitos, bias, posiciones de privilegio, y demás ideas de mundo y prácticas del día a día, para poder deslocalizarlas y no seguir replicando estructuras y formas de trabajo injustas.
- La sistematización como un hábito cultural que nos permite reflexionar, aprender y recopilar nuestro trabajo y aprendizajes para convertirnos en una organización móvil y en continuo cambio.